Los delfines de Paramaribo

El título de este post tiene nombre de equipo deportivo o banda musical, pero es una review de una excursión que hice de unas horas en un barquito muy pintoresco para ver delfines. Después de todo, estoy en el Caribe ¿no?
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Contraté la excursión de Orange Travel, que es una de las varias que hacen excursiones al interior y esta de avistaje de delfines de Paramaribo. El precio de TODAS las excursiones está en euros porque como me dijo el chico de la agencia “There is only the Dutch and us here, and we don’t take tours”, y como todo en la región no es barato. Las distintas empresas se van turnando para hacer este paseo, así que solamente vean que día quieren ir y qué empresa lo hace ese día, hay montones de kioscos por toda la ciudad para comprar el ticket. También hay excursiones de delfines combinadas con Cola Creek, o reserva de caimanes o playas, y salen a la mañana en lugar de las 4 de la tarde que es la que hice yo.
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Hay que estar unos minutos antes de la salida en el puerto de Leonsberg, a unas 30 cuadras del centro y todos los taxis saben como llegar y es por una avenida derecho, imposible equivocarse.
Les cuento el final: lo más que se ve de delfines es la aleta dorsal a unos 20 metros por 5 segundos cada vez. Si quieren ver los delfines guyaneses de panza rosa me los buscan en la Wikipedia. ¡Pero no importa! Toda la excursión está buenísima y no me arrepiento ni un minuto de haberla hecho.
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Una vez que llegan al “puerto” (es un kiosco con un amarradero MÍNIMO) todos los pasajeros se arman los grupos que se van subiendo al o los botes, cada uno con su guía. Confieso que parece que te vas al agua en lugar de al bote, pero al final es bastante fácil el abordaje de la nave. Todos con los chalecos salvavidas puestos y zarpa.
Estos delfines que teóricamente se ven, entran desde el océano donde viven hasta las desembocaduras del río Surinam y el Commewijne que forman una Y. El agua de río en esta zona es bastante salada, así que se sienten bastante cómodos hasta la noche que vuelven a sus casas (?) a dormir.
En el camino, nos cruzamos con la granja de langostinos -¡¡¡GRANJA DE LANGOSTINOS!!!- más grande de la zona (supongo que por Asia debe haber algunas también grandecitas) que es propiedad de un sólo tipo que se llama Armand Van Alen (ya saben a quién buscar en Facebook y mandarle mensajes de amor porque el pibe la tiene ATADA). Esa hacienda cultiva otras cosas además de langostinos, tiene un pueblo adentro, que es del mismo dueño, para los trabajadores, escuela, y todo el show. Por supuesto que desde la costa no se ve nada, pero te lo cuenta todo la guía.
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El barquito remonta el Commenwijne hasta otra “plantage” que se llama Johanna en Margaretha (Juana y Margarita, para los amigos) en que se baja a comer un snack de platos hindostanis. En ese pueblo hay solamente descendientes de Indios y sirve de punto de partida para una de las excursiones de avistaje de tortugas marinas en Matapica.
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Fotos del atardecer, y su ruta de nuevo por el Commenwijne hasta el Surinam, pasando por Nueva Amsterdam de noche y llegada al embarcadero desde donde salimos.
Digamos que esto es el equivalente a las “excursiones en lancha en el Tigre”. Sale menos de €30 y lo recomiendo ampliamente. Es una escapada muy simpática que, al salir por la tarde, te deja libre tanto el día como la noche para hacer cualquier otra cosa.

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