Primero, un poco de historia. San Antonio era portugués, de cachorro fue comisionado para luchar contra la herejía cátara –seh, esos mismos que lucharon en la fortificación de Carcassonne– y palo va, palo viene, termina misionando en Padua por encargo del mismísimo San Francisco. Cuenta la leyenda que era muy buen orador, sereno, convincente, todos los querían, era lindo, jovencito y se murió pronto. También cuenta la leyenda que al corromperse el cadáver, la lengua siguió intacta porque la palabra era su don divino.
En las horas anteriores a la noche que murió ya se sentía muy mal y terminó muriendo en un convento en Arcella sin poder llegar a Padua, que era donde quería terminar. Todos los años, una procesión recuerda este camino que no pudo recorrer en vida y que comienza la noche de la agonía antes del día de su muerte que fue el 13 de junio de 1231.
Para una sudamericana como yo, lo primero que llama la atención en las procesiones europeas es el silencio. Son cosa seria, nada festiva, en nada se parecen a las procesiones latinoamericanas que son más sonoras. El recorrido que cubre es de 3,5 km y comienza alrededor de las 8 de la noche y termina cerca de las 12. Es una recreación del viaje que debería haber hecho San Antonio, con los fieles caracterizados por grupos como los habitantes de Padua desde el siglo XIII hasta la actualidad, más sociaciones civiles seculares, religiosas y políticas. Las calles se cortan, la ciudad se para, es como una larga misa que dura 4 horas. Toda una experiencia.
Como siempre digo al visitar templos -no solamente iglesias cristianas- la energía que la gente pone es muy especial (ah, re que le agarró un delirio místico a la Torchi) y mucho más si es en homenaje a un personaje con tantos fieles en todo el mundo desde hace tantos siglos. (Para que se den una idea, fue el santo que más rápido se canonizó en la historia del cristianismo, ya que menos de un año luego de su muerte el papa Gregorio IX lo nombró santo y el primer aniversario de su muerte ya se conmemoró su liturgia.)
Los festejos seguirían hasta el día siguiente con misa, actos y cierre con fuegos artificiales, como vienen sucediendo desde hace casi 800 años.
Si llegan a estar por la zona o pueden programar un viaje para mediados de junio, asistir a las celebraciones de San Antonio de Padua -en Padua- es una excelente opción como para sentirle el gusto al siglo XIII por un par de días 😉 (además la ciudad de Padua es bellísima y con muchos temas de interés como les conté en este post).