La verdad es que dentro de la programación del viaje le destiné poco tiempo a Roma porque no me imaginé que me iba a ENLOQUECER tanto. Además, dentro de mis cálculos estúpidos, vi que era una ciudad “chica” y que iba a poder recorrer bien en 3 días ¡grave error! Entonces, si están leyendo esto mientras planean visitar Roma, les recomiendo que le asignen una semana o se van a quedar re cortos.
Al día siguiente a mi llegada fui derechito al Vaticano. Ya tenía sacada la entrada online a los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, así que solo fue llegar y recogerla en la ventanilla -siempre saquen las entradas online o los pases prioritarios en Europa porque en el momento es un zoológico-.
Bueno, qué difícil tratar de explicar la visita… Los Palacios Pontificios son como una pila de museos pegados uno al lado del otro, como una tira de chorizos de museos que, además, son una obra maestra contenedora de obras maestras que fue creciendo con el paso del tiempo y de los papas 😀 No tiene mucha relación con la religión, ni la católica ni ninguna, y si lo que esperan es arte sacro les recomiendo el Museo de Montserrat que queda en otro país y no tiene nada que ver con este post.
He comprobado, charlando con amigos que fueron, que a cada persona impacta de una manera diferente cada uno de los sectores y esos son los que tiende a recordar sobre el océano de estímulos que es el recorrido completo. A mi me voló la peluca la Pinacoteca (esta parte casi nadie la recorre o le parece un embole a la mayoría de los que entran) -al punto de comprarme el catálogo-, la Galería de Mapas Cartográficos -porque soy una tarada de los mapas-, las Estancias de Rafael -porque acá si no se te caen los calzones es que vas desnudo-, el Apartamento Borgia -porque con la cota de armas estampada por todos lados te das cuenta que Alejandro VI hizo lo que se le cantó el culo durante el pontificado porque era fundamentalmente ATEO- y los Jardines Vaticanos.
¿¿¿Y la Capilla Sixtina??? La Capilla Sixtina es UN TIMO. Caminás como un beduino en fila de a 2 personas por pasillos cientos de metros para desembocar en un salón inmenso, oscuro y atestado de chinos que te van empujando como en un brete hasta la salida encegueciéndote con flashes. Miguen Ángel debe estar sentado a la izquierda de D_os (a la derecha está su hijo) diciéndole “Mirá estos pelotudos no merecen cosas lindas”. ¿Querés ver la Capilla Sixtina? Comprate una lámina en la tienda como dije en el post de los Museos de Florencia o entrá en este link.
Y ya que estás en el Vaticano, qué mejor que mandar una carta con estampilla del Vaticano. Por más que esté en el medio de otro país, el Vaticano es un estado independiente con su propio servicio de Correos que se encuentra en la primera planta (Patio de las Corazas) cerca de la salida. Al lado del Correo están las tiendas donde podés comprar las postales para mandar, los libros o catálogos y una infinidad de chucherías y cosas alegóricas a la religión, los papas o las obras de arte, muy del tipo de las tiendas de los grandes museos -y carísimo como esas tiendas, claro-. Yo mandé postales a lo tarado a todo el mundo y llegaron todas aunque a Argentina demoraron como 20 días 😐
Si vas bien temprano, recorriendo con tranquilidad pero sin quedarte paveando o sacando fotos a cada rincón, al mediodía estás libre para recorrer la Plaza San Pedro y las iglesias de alrededor, cosa que yo no hice porque justo era el día de la audiencia plenaria con Francisco recién asumido y era un puré de público y Guardia Suiza -los de negro, no los disfrazados de duende- que no se podía ni respirar al aire libre.
Un sánguche y una San Pellegrino de naranja en un bar por la Via del Mascherino y arranqué de nuevo a la estación de subte Ottaviano para volver al centro.
Esa tarde la pasé entre Piazza Spagna, Piazza del Popolo, Via del Corso, Via dei Condotti y, básicamente, dando vueltas sin rumbo y enamorándome todo el tiempo de todos los romanos que me cruzaba <3