No voy a descubrir la pólvora: irse de vacaciones con mucha plata es mejor. No, no me vengan con la boludez de que gastaron 2 mangos y la pasaron genial porque si hubieran gastado 200 la hubieran pasado 100 veces mejor, aunque vayan de mochileros en carpa. ¿Se puede viajar por poca plata? Si, se puede, pero hay lugares como Capri en los que la diferencia en la “inversión” es muy notoria.
Desde la época del Imperio Romano, el sur de Italia fue una especie de paraíso. Hoy es un paraíso indiscutible y Capri es como la capital de ese paraíso. Es una isla minúscula, casi sin playa, con una geografía inhóspita pero LLENA DE GENTE. Y ese mar de gente que se ve por todos lados… son 100% pobres como uno (aclaración: por más rasca que uno sea permanecer en Capri es caro como el demonio, así que también “pobre” es un concepto relativo). Pero hay otro grupo de gente, que no vemos, pero que adivinamos en los yates, las mansiones y las joyerías de la isla 😉 Una Capri turística y comercial contra una Capri de millonarios recluídos que no se ven llegar ni irse. No, no están, no te los cruzás, no vas a ver a Sofía Loren o a Giorgio Armani comprando pescado al lado tuyo: NO, NO VA A PASAR, NO INSISTAS, NO ES PARÍS, NO ES NUEVA YORK, no es democrático, no quieren ver pobres o desconocidos o que les pidan autógrafos o una foto y Capri es el lugar perfecto para ese tipo de reclusión a cielo abierto.
Ahora, volvamos a lo que si se puede hacer 😀
Yo llegué en ferry desde Napoli y en el puerto estaba esperándome el taxi del hotel. La mayoría de los hoteles tiene este servicio de recogida en el puerto, así que averigüen con la reserva si los van a buscar y avisen en qué ferry llegan. La isla se divide en 2 partes: Capri que es la más “urbana” y baja y Anacapri que es más rústica y alta. Mi Albergo Il Girasole estaba en la parte más alta de Anacapri y el chofer hizo las paradas necesarias durante el recorrido para que pudiera sacar las mejores fotos <3
Llegué cerca del mediodía, dejé el bolsito MÍNIMO de equipaje que había llevado y me fui al centro de Anacapri a comer un sanguchito en el Bar Ferraro, colectivo a las playas públicas del oeste de la isla (horribles, ni vayan), después pileta en el hotel, sacar 200 fotos del atardecer desde todas las terrazas, ducha y volver al centro a cenar algo. ¿Y qué podés comer si estás en Capri? Ensalda caprese ¡lógico! con un vino blanco de la zona (de no se qué zona, no se pongan exigentes) en el Caffé Michelangelo. El dato de color es que la albahaca tiene hojas del tamaño de una lechuga, nada que ver con la que tenemos en Argentina como condimento. En cualquier caso, nada memorable… pero cumplí 😀
A la mañana temprano desayuno, check-out y colectivo a Villa San Michele, centro de Capri, Marina Grande y gran elenco. Como venía encaprichada con la Grotta Azzurra me tomé uno de los barcos que recorren el perímetro de la isla y hacen una parada ahí y fue LEJOS la mejor desición de mi estadía.
Contraté el servicio más pulenta de Lasercapri justo, justo, frente al puerto y un rato antes del mediodía estábamos saliendo. El guía iba relatando todo en inglés y en italiano y no paré de reirme ni un minuto porque me reía en italiano y después con el mismo chiste en inglés 😀 Cuando llegamos a la Grotta Azzurra decidí que no quería entrar porque me dio claustrofobia así que esperamos echados en el barco tomando sol que volvieran los que bajaron -que volvieron entre arrepentidos, desilusionados e indignados, así que estuve piola-. Recomiendo vehementemente que hagan esa vuelta larga en el barco porque van a ver cosas mucho más impresionantes y atractivas que lo que se ve en tierra, como las otras grutas de colores, las mansiones famosas y varios puntos históricos.
Cierre a toda orquesta (?) con pizza al funghi, limonada y helado de chocolate en el Caffé Augusto para estar fuerte porque todavía ese día me faltaba llegar a la última ciudad del #TorchiTrip: Roma.