Después del viajecito que conté en este post me esperaban los festejos del aniversario de la muerte de San Antonio de Padua -el original, el que queda en Italia- en una de las ciudades más lindas y acogedoras que visité en el #TorchiTrip.
Llegué cerca de las 4 de la tarde y, por suerte, mi hotel quedaba en una de las zonas más movidas de la ciudad: el Prato Della Valle, que es una plaza hermosa, muy europea (?), atravesada por un canal. Como era víspera de los festejos de Sant’Antonio había una feria muy pintoresca de productos regionales… de todas las regiones de Italia. Comidas, bebidas, antigüedades, cosas chinas, ferretería (!), boludeces varias en la que perdí un par de horas. También aproveché para hacer un recorrido de reconocimiento por los alrededores -la ciudad es un caramelo de chiquita- y el Jardín Botánico (que es una de mis debilidades junto con las cárceles, misterios de mi psique).
Para esa misma noche tenía agendada una de las experiencias más movilizantes de todas: la visita a la Cappella degli Scrovegni, una iglesia minúscula totalmente decorada por Giotto en el siglo XIV (1305 para los que no se llevan bien con los números romanos 😉 ). Resulta que Enrico degli Scrovegni era el hijo de un usurero que inspiró al Dante para su Séptimo Infierno en la Divina Comedia y mandó a construir la capilla para acercar al pueblo a la religión, como una manera de expiar las culpas de su padre. A todo esto, en el medio, se pelean Dante y Giotto. Una historia muy retorcida, casi de ficción, entre una de las familias más ricas de Europa y dos artistas emblemáticos de la época que dejó una de las obras más maravillosas del Medievo. Para entrar, en grupos de menos de 12 personas, te dejan 15 minutos en una sala de “ambientación atmosférica” para que la mugre y la humedad que uno trae de la calle no afecte los frescos de las paredes. La guía te da un pantallazo general sobre el relato que se desarrolla en las imágenes, el tipo de materiales usados y durante el resto de los 25 minutos podés preguntarle lo que quieras; como yo era fans (?) le piqué el seso y la guía se entusiasmó e ignoramos olimpicamente al resto de los asistentes. Nota: Vayan estudiados porque no van a tener oportunidad de aprovecharlo si no saben qué se van a encontrar, no es una visita para “viajeros” o “turistas” -lo siento Lonely Planet, pero para viajeros TAMPOCO-. Va de nuevo: La Capilla Scrovegni NO ES UN MUSEO, no es algo ligero, no se pueden sacar fotos y no es algo “que no se pueden perder”, así que si no se mueren por el arte sacro o la religión evítenselo y gastense ese Euro en una cerveza.
Y, hablando de cerveza, me volví los saltitos al Prato Della Valle y me comí una Grigliata Veneta (parrillada) porque donde fueres haz lo que vieres 😀 que consta de una costilla, PANCETA, chorizo, pechito de cerdo y POLENTA asada. Una indiada.
(este post continuará…)
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