Este post va a ser corto: No me gustó Venecia.

Me resultó una ciudad de mentira, en la que casi no viven locales y todo está tan armado para los turistas como el Parc Asterix en Francia. Atestado de gente, caro, incómodo y super caluroso porque no hay sombra ni árboles en casi ningún lado.

Gran Canal de Venecia

Lo único bueno entre toda esta mar de desagrado fue que mi visita conincidió con la Bienal de Arte de Venecia por lo que zafé del vaporetto común -que es como el colectivo 60 a las 8 de la mañana de un viernes- y contraté la versión ad hoc que se llama Vaporetto Dell’Arte que iba vacío, con guía en todos los idiomas, mapita, folleto y embarque preferencial en todas las estaciones.

Torchi en VeneciaIgual, logré sacarme una autofoto en la que salí divina y me comí un sánguche de jamón crudo de Parma por 3 Euros que encontré de pedo siguiendo a unos italianos a una fiambrería escondida. Hace falta mucho más que una mala experiencia para sacarme el buen humor durante un viaje 😉

Ah, y es menos romántico que una radiografía panorámica dental. Están avisados…

 

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