Como ya les conté en el post anterior, Firenze es una ciudad que va más allá de las obras de arte. Una de las cosas más  famosas que tiene es la comida y se me dio por hacerme la loca y tomar un curso de medio día de Cocina de Italia.

ravioli con manteca y salvia

Compré la clase online acá y a la mañana tempranito me encontré con los dos cocineros y el resto de los participantes en la oficina a unas cuadras del Duomo. El 80% de mis compañeritos eran norteamericanos -texanos, como en las películas-, una pareja de ingleses y otros de origen desconocido. Un grupo bastante pintoresco 😀

Degustación de productos toscanos en el Mercado San Lorenzo de Firenze
Degustación de productos toscanos en el Mercado San Lorenzo de Firenze

De ahí nos fuimos al mercado de San Lorenzo. Definitivamente ESA PARTE pagó todo el curso. Yo soy bastante fanática de los mercados, las ferias, etc de todas las ciudades pero no me había cruzado en ninguna reseña una mención especial a esta de Florencia. Inexplicable…

La cocina Toscana es la más elegante de Italia y en este mercado está la materia prima de todos esos platos famosos: trufas como papas, hongos, jamones, aceites, acetos, quesos, aves, menudencias, verduras y los famosos bifes de costilla (ya se, somos argentinos, no nos vamos a emocionar con un bife de costilla italiano, pero son famosos en serio). Si les gusta la cocina este lugar es el PARAÍSO, y yo me hubiera venido con tuppers de todo.

La clase arranca en uno de los puestos de delikatessen con una de las encargadas explicando las diferentes calidades de aceite oliva, aceto balsámico di Modena, queso Parmigiano-Reggiano (nada de Parmesano, no sean ordinarios), trufas y especias frescas y una degustación. Ahí me enteré que el aceto bueno es más caro que el demonio, que el Regianito agentino es casi tan bueno como el Parmigiano-Reggiano y es conocido en Italia, que el pan toscano no lleva sal y que existe el aceto blanco que es todavía más caro -y que no me gustó-.

En los otros puestos hablamos con los vendedores de hongos y las calidades y calibres de los famosísimos porcini del risotto; los puestos de menudencias que están separados de los de carne -ahí los norteamericanos casi se caen muertos porque ni imaginaban que la parte de adentro de la vaca se come-; los puestos de aves con sus pollos enteros con patas y cabezas, perdices y no patos u ocas como en Francia; y el final a toda orquesta con el carnicero que nos mostró la famosa pieza de dónde sacan el bife florentino que no es otro que el bife angosto con lomo y nos explicó como se corta… bah, le explicó a los demás mientras yo, la argentinita, se quedaba en el fondo haciendo chistes con los cocineros que me gastaban diciendo “seguro que en Argentina no ven estas cosas”  😀

cocineros

Después fuimos al aula-cocina a unas cuadras de ahí. Nos “enseñaron” a hacer pappardelle, ravioli -que son nuestros sorrentinos- y tiramisu. La clase fue recontra mil básica pero muy divertida, los cocineros un encanto, vino, fotos, chistes, más no se puede pedir.

Este curso es un muy buen plan tanto si te gusta la cocina como si no te llama mucho la atención porque tiene mucho más que ver con la experiencia de la comida que con el resultado del plato (por otro lado, es apto para niños, así que es IMPOSIBLE que hagas mal las recetas). Si aún así no querés ni tocar un cuchillo, te recomiendo que consigas alguna visita guiada al Mercado Central o los recorras por tu cuenta porque es digno de visitarse y te va a dar muchos temas de conversación y datos elegantes para cancherear en las reuniones y tilinguear 😀

Acá van algunas fotos

 

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