La siguiente escala del Papillon Tour 2012 me llevó a las “Islas de la Salud”, frente a la costa de Kourou. Munida de una guía de alojamientos en la Guayana Francesa que me dieron en la oficina de turismo de Saint Laurent du Maroni y gracias a la esmerada gestión de Sophie (creo) del apart Le Gros Bec en el que me hospedaba, conseguí una reserva en el Auberge Iles du Salut y es una de las mejores cosas que hice en todo el viaje.
Al principio iba a venir y tirarme el lance a ver qué me econtraba, pero después de la nefasta experiencia con el hotel Star de Saint Laurent su Maroni no me sentía muy aventurera esta vez. Así que cuando Sophie reservó el barco, también llamó al albergue en la Isla e hizo los arreglos correspondientes.
(bah, sale lo mismo y el barco tiene menos onda).
Para entender los precios, primero tienen que pensar en Europa (si, insisto, no es Sudamérica por más que quede acá). La habitación pelada sale € 70 y € 150 con dos almuerzos, una cena y el desayuno (sin bebidas), lo que equivale a dos días de joda, calculando que el barco llega cerca de las 10 de la mañana a la Ile Royale y te recoge a las 13:30 el día siguiente para ir a Saint Joseph que es la otra isla que queda enfrente, y volver a Kourou cerca de las 18. Para lo que resultó: una ganga.
En la recepción, el bar restaurant y el negocio de recuerdos me atendieron a las mil maravillas y todo el mundo habla francés, inglés y español. Así que me registré, me dieron las llaves y me fui como un rayo a ver el cuarto. Estaba chorreando, literalmente, por el sol infame en el barco y la trepada por un millón de escaleras hasta el hotel (queda en la parte más alta de la isla…) entonces fui a darme una buena ducha antes que nada.
La habitación es una mariconada espectacular. En dos niveles, tiene un baño completo, armario, cama, dos escritorios y una pared de cristal que se abre completamente a un balcón privado que da al mar y desde donde se ve la Ile du Diable. Todo francesmente IMPECABLE y nuevísimo, no creo que llegue a tener un año. Son las “Chambre face de la mer” ¡¡¡QUE SON LAS MÁS BARATAS!!! (las más caras son las que quedan directamente en el edificio principal de “L’Auberge”). Por primera vez en la historia de la humanidad, las fotos y la información sobre las islas que hay en internet es INFINITAMENTE peor de lo que uno se encuentra cuando llega. Nada le hace justicia, todo es más grande, más lindo, más limpio, más acogedor, tiene mejor vista y -lo que no se ve en las fotos- huele y sabe estupendamente bien. No se dejen engañar por la poca, pobre y desactualizada información que encuentren 😉
Recorrer la isla en libertad, todo el día es una excelente experiencia. Al mediodía volví al restaurant a almorzar y me encerré después en la habitación hasta las 4 de la tarde porque me iba a freir (de hecho, unos franceses que llegaron en el mismo barco que yo se frieron porque los vi a la noche en un estado deplorable de quemazón). A la tarde un chapuzón en la pileta natural que se forma en una bahía que mira a la Ile du Diable y buscar por el lado oeste desde donde se ve el mejor atardecer. Esas son preocupaciones, eh…
La noche es la noche más noche que se pueda conseguir y da un poco de miedo. Yo estaba sola, así que ni siquiera tenía con quién hacer chistes sobre el cagazo que tenía, ni conexión a internet como para twittearlo 😀 me hice la pícara y me fui a dar una vuelta, pero volví a los 10 metros de haber salido. Además a la noche se levantó una tormenta que ni te cuento. EL punto en contra del hotel de la isla es la falta de conexión a internet para los huéspedes porque a la noche no tenés nada que hacer y ya de leer estaba hasta las orejas…
Desde las 19:30 se puede cenar y, obviamente, a las 19:31 estábamos todos los alojados en el restaurant. Yo me hice un rato la escritora y tipo 22:00 no quedaba nadie, entonces me fui a acostar (cuando digo nadie es nadie, hasta los empleados del albergue se habían ido y estaba Torchi con el gato en la galería). La habitación no tenía aire acondicionado, solamente un ventilador de techo, pero a la noche refrescó bastante y hasta tuve miedo de tener frío, pero dormí lo más bien.
A las 6 de la mañana, los gallos (miles) me avisaron que amanecía por si quería presenciar el espectáculo, así que les dí el gusto y me asomé a la ventana para inmediatamente después volver a dormirme hasta las 8. El desayuno es el TÍPICO francés de pan, manteca, mermelada y café o te -que es lo más parecido a lo que yo habitualmente desayuno- pero si alguien está acostumbrado a desayunos más calóricos con huevos o cereales se va a quedar corto pero la cocina está abierta así que es probable que consigan que les hagan algo más pagando unas chirolas.
Esa mañana decidí no salir a patear de nuevo la isla (el día anterior le di como 10 vueltas y ya me la sabía de memoria) entonces aproveché para volver todo en la tienda de recuerdos y me peleé un poco con unas gallinas, unos pavos y unos faisanes que estaban dando vueltas por ahí hasta que se hizo la hora del repas.
Comí, pagué las bebidas que ascendieron a SIETE EUROS PIOJOSOS (3 latas de cerveza Heineken original holandesa, y dos botellas grandes de agua) y me fui para el amarradero porque s las 13:30 me buscaba La Hulotte para cruzar a la Ile Saint Joseph a ver la famosa “Réclusion” de Papillon (y todo el cuento de las cárceles merece un post propio)…
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